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Narrativa (3)

de Martha Goldin

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SOLO

Para los sueños hay llaves
la realidad se abre sola

Wislawa Szymborska

Finalmente encontré un buen lugarcito. Es pequeño pero me acomodé sin dificultad. Me preocupa que sea un invierno muy frío o lluvioso pero no sería el primer año difícil para mí. Otra vez pensando, siempre pensando .
Prefiero dormir. Duermo mucho, casi todo el tiempo. Es que cuando estoy despierto pienso, pienso. ¿Cuándo perdí mi casa? ¿En qué momento me encontré en la calle con unas pocas pilchitas, estas frazadas, el mate y eso sí, mi termo. No sería yo sin mi termo. Pero ¿acaso soy yo durmiendo en la calle, agazapado en la noche oscura, con la memoria intacta?
Cierro los ojos y te veo. Veo la mesa familiar, escucho las risas, huelo la comida humeante.
Fueron los noventa, ya sé. Escucho a otros que, como yo, se quedaron así en esos días .
La familia se desintegró. Me alejé avergonzado, loco de dolor y de furia. No conseguía trabajo, rodaba de un lado a otro.
Primero se fue Rosarito vaya a saber con quién, después Raúl que se metió en un grupo muy raro y un día vos, con esa tos persistente, cerraste los ojos y me dejaste aquí.
Solo.

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MUJER QUE SE VA

Estaba decidida. Tiró sobre la cama algunas ropas, llenó el bolso.
Esto se acaba, pensó. Una nota sobre el escritorio daría cuenta de un simple adiós sin explicaciones.
Últimamente lo había notado misterioso. Casi no hablaba. Aquel encanto que la había seducido se ocultaba tras algunas respuestas equívocas.
Y la sospecha. Intuía algo extraño que no podía precisar. Lo había conocido en unas charlas sobre Historia del Arte. De inmediato le provocó interés. Luego, atracción. Sentado a su lado hablaba en tono seguro pero ella no escuchaba. Sólo lo miraba.
Como advirtiera él que algo pasaba sus ojos la buscaron.
Se ofreció a acompañarla. Caminaron entre árboles florecidos y los sonidos de la ciudad que lentamente oscurecía.
Tantos temas en común, cuántas cosas los unían.
Y así, de repente, se encontró en sus brazos. Y así, de repente, se besaron.
Ya en el dormitorio fue un lento desandar de sueños compartidos. Si. Era evidente. Juntos estaban muy bien. La piel se lo decía cuando el hombre la tocaba. Y ella respiraba con plenitud esos momentos ¿Era amor, pasión?
Nada importaba.
Fueron años intensos.
Entonces el alejamiento. Algo lo abrumaba.
¿Se había hastiado y no tenía valor para afrontar la situación y resolverla? ¿Acaso otra mujer?
Alzó firme el bolso, la cartera. Y se fue, con los sueños rodando por las mejillas.
Como si fueran lágrimas.

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Sentada frente a la computadora pensaba¿cómo haré con Adrián?
Todo comenzó el día que lo vio salir, resuelto, de las líneas de su cuento .
Era tal cual lo había escrito. Tal vez un poco más alto pero con esos ojos tan expresivos, las manos inquietas.
Extraña situación. No salía de la sorpresa. El se sentó cómodamente a su lado,
la miró con atención y alegría y sin más le dijo que no deseaba el tono que tomaba su vida, que no aceptaría de ninguna manera alejarse de esa mujer.
No vas a obligarme a dejarte-dijo
Ella lo miró . Jamás pensó verse en esa situación. El personaje intentaba tomar las riendas de su texto.
-Es mi vida y te amo. Te acompañé tanto tiempo, siento tus dedos en mi piel
tu respiración en la cama. Sé que soy yo quien te hace el amor mientras dormís. No me arrojarás como si fuera un capricho. Ya soy tu historia y sé
lo que sentís por mí.
Ella intentó seguir escribiendo pero él sacó sus manos de las teclas . Sintió el calor que la envolvía y supo que escribiendo no resolvería la situación. Yo también te amo. La voz de ella llegó desde muy lejos. Se sintió hablada.
No puede ser, estoy escribiendo un cuento , este ser misterioso salió de mis letras. De pronto un torbellino la envolvió. Y todo sucedió. Así, como en un cuento, hasta quitarle el aliento. ¿Seguir escribiendo? Dejar que escriba el personaje?. Lo pensaría después.
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Otros trabajos publicados:
 
* Narciso, ese rostro atrapado en espejo (abrir en .pdf)
 
* Los labdácidas - La familia de Edipo o el lugar de cada uno en la familia ( abrir en .pdf)

 

 

 

 

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