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textos de Martha Goldin

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Palabras de Lucila Pagliai sobre el poemario - "Caracol mi casa mi cuerpo" de Martha Goldin  (Antologìa "Dìas de Fuego")

Con respecto a la tensión entre el acto de escribir y el acto de leer, entre la pulsión escrituraria y la recepción de la escritura, Maurice Blanchot acuñó una feliz imagen que quiero traer aquí para mostrar por dónde irá esta breve presentación. Para Blanchot, el texto terminado, el libro publicado, es un objeto físico que ocupa un lugar en el espacio y recupera su condición de obra en la intimidad de cada lectura. En cuanto al autor, expulsado de su propia escritura por la obra que él mismo ha generado, se produce un extrañamiento que lo disloca: ha pasado de autor a lector; un lector sin duda calificado, diferente, privilegiado y no pocas veces angustiado frente a esa escritura que, paradójicamente, es suya y ya no le pertenece.
El crítico no es nada más ni nada menos que eso: otro lector, pertrechado con diversos conocimientos exteriores al trabajo poético en cuestión. En mi caso, pienso que tal es la fuerza encantatoria de la palabra poética que, en una suerte de operatoria a lo Pierre Menard, la crítica más aguda, más profunda de un poema acabaría por reproducir el poema mismo. Con esa lógica del impacto estético, no voy a intentar hacer aquí una crítica de Caracol mi casa, mi cuerpo de Martha Goldin, sino que voy a hablar como una lectora más, vivamente interesada en los universos de lenguaje que estos poemas convocan.
Caracol mi casa, mi cuerpo es un poemario intimista integrado por catorce poemas breves, sin título ni numeración. Al acercarse a ellos, ciertos rasgos expresados en lo gráfico despiertan la atención: la ausencia de puntuación y de mayúsculas (marcas evidentes de un continuum que la poeta quiere dejar fluir) y la disposición de los versos en la página, con fuertes hiatos de blancura que, además de destacar determinadas frases y vocablos –y, tal vez, graficar la falta–, reflejan un ritmo respiratorio, anhelante a veces, sosegado otras.
Entrando en el territorio del poemario, ¿qué hilos de sentido parecerían unir las diversas producciones singulares? Lo primero, me parece, es la necesidad de anclarse en el lenguaje en tiempos de deriva. Lo segundo, la pulsión de una escritura en tensión permanente con los acontecimientos de la época que –aunque Goldin ha transitado y transita otros caminos literarios– busca asumirse aquí en la forma de textualización de la poesía. Lo tercero, es que se trata de una escritura que da cuenta de una herida colectiva todavía abierta, que se replica y asume en cuerpo propio: ése es el lugar de la enunciación que elige la poeta, el de un sujeto discursivo que se constituye en intérprete de un modo de representación de la realidad, el de un sujeto que es hablado por la poesía.
Para decir el desgarro del exilio y de la pérdida, Martha Goldin opta por un trabajo que cincela la palabra corriente, cotidiana, en un tono de sobriedad distanciada: “entre las despedidas/ y los desencuentros/ los amores / y los desamores/ en las horas malditas de la dictadura/ cuando el mal supremo arrasaba/ el país/ y el exilio nos llevaba lejos/ con el corazón hecho una hoguera/ las lágrimas apretadas/ ella iba con nosotros/ caracol/ mi casa”.
La fuerza de esta aparente sencillez de los poemas, su eficacia poética, reside, me parece, en esa vocación de la poeta por la economía de recursos, por encontrar un equilibrio en la estructura del poema que le permita expresar sin desarmarse el profundo pavor que la atraviesa en tanto mujer–cuerpo–casa (“caracol” que arrastra consigo todo lo que tiene, quiere y puede) frente a los embates de un destino injusto, desolador y sobre todo inesperado.
Se trata de un bagaje de resistencia que a veces roza el tópico del ubi sunt: enmascarada en un “yo poético” que la habilita a exponerse sin ser ella, la poeta se lleva consigo el lenguaje, el útero materno, los ecos de la lengua de su madre, su infancia, los juegos de sus hijos, la patria, la memoria: “perdida en el horizonte/ vuelve a ella / la patria de la memoria / no tiene fronteras / avanza y retrocede/ sombra en su cuerpo/ caracol/ la casa/ un pájaro que canta/ y no puede volar”.
La inclusión final del relato “La calle Acevedo” proporciona una deliberada clave de lectura: Martha Goldin, colocada en espectadora de su propia juventud, desde una piedad por ella misma que la magia de la literatura transforma en colectiva, da cuenta de los momentos previos al inicio de la historia de pérdidas y exilio que “Caracol, mi casa, mi cuerpo mi casa” poetiza. El final del relato es revelador: “La madre sacó de su bolso de red la pala y el balde, la pelota de plástico de colores y los dejó al alcance del chico que se acercaba a sus amiguitos. Suavemente acunó a la beba. Ni siquiera me mira, no me ve. Todo esto es mío, me lo arrebataron y vengo a recuperarlo. 1974. En un gesto desesperado me acerqué a ella. La abracé, la abracé fuerte, casi como a una hija. Le esperan tiempos difíciles, pensé, muy difíciles.”

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Gaceta Literaria-Santa Fe- Abril de 2003

De Era sal entre las piedras --Sonia Catela-periodista y escritora

Hablo de un libro que usted no leyó. De un libro que usted no puede comprar porque no se halla en la librería de su ciudad ni en los puestos de diarios, esos que no le hacen faltar a Sidney Sheldom y demás accesorios de la literatura chatarra. Hablo de un desencuentro formidable, De políticas culturales montadas sobre la espuma del silencio y la nada
Porque "Era sal entre las piedras" de Martha Goldin procesa con palabra mayor ese exilio que es polvo en el aire que se respira, sensación de una ausencia que acucia-como la que provoca un hijo abortado o una huella que inquieta cuando se la pisa mientras se camina y remite a alguier¿quién?- Rastro de desapariciones. El aliento de otro sobre el vidrio
Porque dice :

Sobre el Río de La Plata caen
¿como cuerpos caen?
¿ son cuerpos ?
¿ son cuerpos que caen?
¿nunca dejarán de caer?
¿ los cuerpos?

sigue

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Del libro Palabra de la memoria--- Escribe Mariana Docampo- diciembre 1999

La gran invitada

Sobria, serena, con algo de inocencia, íntima y distante a la vez, la poeta dibuja las formas que guarda su memoria y el resultado es un libro bello y equilibrado ......
Y el libro es la evanescencia de la belleza, está hecho de los perfumes , de los trazos, de los contornos de de la evocación …..Y la poesía rescata recuerdos como si rescatara olvidos….. Hay tristeza , por supuesto , y hay dolor. Sin embargo la claridad impera en el texto …..

...............Goldin tiene, ante todo, una bella mirada sobre la vida y sobre el mundo.Leer su libro es compartir, al menos por un instante,su sueño dulcísimo y dejarse abrazar por la melodiosa cadencia de una voz que sabe sugerir, nombrar, callar.

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Del libro A veces yo ----Jenny Asse Chayo-Jerusalem -Revista Literaria Noaj-Asoc Internacional de Escritores –Julio de 1995

En estos textos de Martha Goldin,la poesía emana de la memoria de lo perdido.Triplemente desterrada de su infancia, de su patria, de su pueblo, la autora nos lleva a recorrer los íntimos parajes que se niegan a desvanecer entre las brumas de tanto exilio…. La poesía es para Goldin ese relámpago azul que me cruza/cuando no encuentro mi lugar ..........
......acaso el poema surja como el lugar del retorno, donde es posible nuevamente armarse, reconstruir la identidad con las palabras, iluminar con la poesía la imagen de la que es ahora. Quien quiera que la lea se convertirá en un amigo que regresa del pasado, un compañero que, a fuerza de ser testigo de su historia le devuelve su imagen y en la imagen del propio desarraigo le ofrece la mirada silenciosa del que comprende

/¿dónde los amigos?/ son aquellos que iniciaron conmigo este viaje al desarraigo /o los que quedaron agitando llantos / o los que me acompañan ahora/ hablan de tu / me llenan de esta fuerza para decir / las cosas que siento/ de la única forma que puedo/dejando testimonio en estos versos/

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Del libro Palabra de la memoria –Diario El Litoral- Escribe Estrella Quinteros -9/1/1999

Y leemos a su autora Martha Goldin, responsable también de una interesante y atractiva revista literaria Papemor “ sentada en el ocaso de si misma /sabe/ que ha recuperado lentamente la cordura/que sus sueñosson/ habitantes derrotados de una ciudad que no existe.Poesía urbana , libre para escribirla y más aún para leerla . Sin embargo, cuidadosa por el lenguaje que utiliza y la significación que es pura expresividad
Para saludar tocaba con la punta de sus dedos el sombrero / y sonreía al mundo/ mi corazón se desplegaba en el aire /cuando doblaba la esquina por la calle Gorriti y la calle Gorriti era entonces inmensa/ una fiesta (del hombre del sombrero)…….
En un mismo tema recrea y afianza un clima coloquial y sumamenrte preciso , lo que otorga clardad y pureza en el lenguaje …..Trascendencia de fina trama y su destino la madurez literaria ….Poesía verdadera, sin inventos , enmarcada noblemente y al alcance de todos

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